Acompañar emocionalmente a la infancia significa estar presentes, escuchar y validar lo que niños y niñas sienten. Durante los primeros años de vida, las emociones se viven con intensidad y aún no existe la capacidad de comprenderlas o expresarlas con claridad. Por eso, el papel de los adultos de referencia es clave: nombrar las emociones, ayudar a reconocerlas y ofrecer seguridad cuando aparecen situaciones que generan miedo, frustración o tristeza.
La escucha activa es una herramienta fundamental. Consiste en prestar atención real a lo que el niño o la niña quiere comunicar, sin interrumpir, juzgar o minimizar. Frases como “entiendo que estés enfadado” o “es normal que esto te dé miedo” ayudan a validar su experiencia y a construir confianza. De esta forma, aprenden que lo que sienten es legítimo y que pueden compartirlo sin miedo.
El refuerzo positivo también juega un papel esencial. Reconocer los avances, los gestos de cuidado hacia los demás, la autonomía o el esfuerzo —más allá del resultado— favorece una autoestima sana y fortalece el vínculo afectivo. Acompañar no significa resolver todo por ellos, sino ofrecer herramientas para que aprendan a gestionar situaciones por sí mismos en un entorno seguro.
En la Fundación Federico Ozanam acompañamos a niños, niñas y familias a través de programas socioeducativos, apoyo escolar, actividades de ocio saludable y espacios de desarrollo personal. Nuestro objetivo es ofrecer entornos seguros y de confianza en los que puedan expresarse, aprender y crecer. Si quieres conocer más sobre nuestros recursos y proyectos en el ámbito de la infancia y la familia, puedes hacerlo a través de nuestra web o contactando con nuestros equipos profesionales.




